El sonido se filtra lentamente por nuestros oídos, se manda una señal al cerebro. Lentamente sentimos algo inevitable, es la necesidad de comenzar a mover nuestro cuerpo. Poco a poco, empezamos con los pies, luego la cadera y los brazos, hasta que nos dejamos llevar por completo y terminamos moviendo todo nuestro cuerpo, como si fuéramos víctimas de una posesión de algo inevitable que no podemos parar. Estamos bailando. Una de las primeras actividades que hacemos instintivamente cuando somos solo unos bebés.

A veces, es común que en la adultez debido a diferentes factores como la vergüenza o la falta de tiempo, hagan que esta actividad cada vez la realicemos menos, sin tomar en cuenta de los maravillosos beneficios que puede tener para mejorar nuestra calidad de vida.

Bailar es una experiencia multisensorial, lo que significa que involucra la vista, el oído, el tacto, la propiocepción. Es la brújula del cuerpo que nos dice en qué posición y en qué dirección está cada una de las partes del cuerpo, además del sistema vestibular, el cual es fundamental para mantener el equilibrio. Al bailar, activamos las partes del cerebro encargadas de estas funciones que son fundamentales para nuestras actividades diarias, promoviendo que estas conexiones neuronales se hagan más fuertes.

Además, al bailar liberamos muchos neurotransmisores, como endorfinas, serotonina y dopamina (relacionada al placer), que nos ayuda a regular nuestro estado de ánimo y nuestro sistema nervioso. Esto se traduce en menor riesgo de padecer problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad, a la vez que mantenemos el cuerpo y la mente activados.

Un estudio publicado en Frontiers in Human Neuroscience reveló que la danza puede revertir los signos de envejecimiento en el cerebro, incluso en áreas afectadas por enfermedades como el Alzheimer. Realizado en el Centro Alemán De Enfermedades Neurodegenerativas En Magdeburgo, Alemania, el estudio encontró que tanto el baile como el entrenamiento de resistencia aumentan el área del hipocampo, responsable de la memoria y el equilibrio, en personas mayores. Los participantes, con una edad promedio de 68 años, fueron asignados a cursos de baile o entrenamiento de resistencia durante 18 meses. Mientras ambos grupos mostraron mejoras, el grupo de baile exhibió un equilibrio significativamente mejorado. Según la Dra. Kathrin Rehfeld, autora principal del estudio, los desafíos adicionales que implica aprender nuevas rutinas de baile podrían explicar esta diferencia. Este estudio destaca el potencial de la actividad física para contrarrestar el deterioro cognitivo relacionado con la edad y sugiere la importancia de seguir investigando programas de ejercicio innovadores, como el sistema “Jymmin”, que combina actividad física y música para maximizar los beneficios antienvejecimiento del cerebro.

Bailar también es un excelente ejercicio. Mejora la inmunoreactividad, la coordinación, el tono muscular y la salud cardiovascular. No solamente es una actividad que nos garantiza diversión, sino que también excelente alternativa de mantenernos activas y promover el bienestar general del cuerpo.

Además de sus beneficios físicos, bailar en grupo ofrece una experiencia social enriquecedora que contribuye al bienestar psicológico. Al compartir esta actividad con otras personas cercanas, como nuestras amigas, se fortalecen los lazos sociales, se fomenta el sentido de pertenencia y se promueve el desarrollo de habilidades de afrontamiento socioemocional. Interactuar con otras personas bailando puede mejorar la autoestima y generar una sensación de conexión y apoyo mutuo, lo que enriquece aún más la experiencia.

Bailar no solo es una forma divertida de expresión y movimiento, sino también una poderosa herramienta para mejorar nuestra salud física y mental, y mejorar considerablemente nuestra calidad de vida. Desde sus beneficios para el equilibrio y la coordinación hasta su capacidad para estimular el cerebro y promover el bienestar emocional, bailar ofrece una amplia gama de ventajas para todas las edades. Así que ya lo sabes, no subestimemos el poder de la música y el movimiento: ¡bailar puede ser la clave para una vida más plena y vibrante!

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