El pasado 8 de marzo se llevó a cabo la marcha a favor de los derechos de las mujeres por el día internacional de la mujer. Esta marcha cada año se ve envuelta en mucha polémica, entre los “grupos de choque”, “acarreadas por el gobierno”, y “feminazis” que rompen y pintan la propiedad pública. En muchos medios se habla de ellas como este espacio lleno de mujeres enojadas que lo único que quieren es venganza y van con sus martillos y gases a destruir todo lo que se les ponga enfrente.
La realidad es que las personas que hemos estado en esas marchas sabemos que hay de todo y es mucho más profundo. Mujeres unidas por un mismo motivo, tranquilidad y sororidad al caminar por las calles, una seguridad que no sientes otros días. Miradas de padres y madres que buscan a sus hijas desaparecidas, mujeres denunciando violencia, carteles por doquier con los que nos identificamos y que nos recuerdan cada una de las partes de nuestro pasado de injusticia, y otros carteles con promesas hacia las mujeres del futuro, nuestras hijas y sobrinas, de que si no se cae, lo vamos a tirar nosotras. Mujeres enojadas (con toda razón) exigiendo (por no se cuánta vez consecutiva) que por favor dejen de matar a 11 mujeres al día. Mujeres que optan por expresarse por medio de la violencia porque ya intentaron ser escuchadas de mil maneras sin respuesta, hartas de la sangre derramada, de la violencia sistemática hacia nosotras y de que el problema cada año crezca más.
Entre todo este ambiente activista, el pasado 8 de marzo en la marcha de la CDMX, apareció un motociclista que forzosamente quería atravesar un contingente. En un video que se volvió viral, se puede ver a este sujeto en medio de un enfrentamiento físico con algunas manifestantes, de manera en la que les avienta su vehículo a lo que varias de ellas reaccionan (después de pedirle varias veces que se retirara), lo que termina en agresiones hacia ellas. Al final, fue extraído de la escena por agentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México y entregado a las autoridades de la fiscalía, para posteriormente salir libre (cosa que a nadie nos sorprende).
De entrada, algo que exigimos es respeto a nuestros espacios, especialmente en el ámbito del activismo, donde las mujeres hemos luchado durante décadas para reclamar nuestros derechos. Es bien sabido que históricamente, el espacio público ha sido dominado por la presencia y las voces masculinas, mientras que las mujeres hemos sido sistemáticamente marginadas y silenciadas. Al irrumpir en un evento destinado a la expresión de las luchas y demandas de las mujeres, el motociclista no solo mostró una falta de sensibilidad hacia las experiencias y los derechos de las mujeres, sino que también perpetuó la histórica dinámica de apropiación masculina de los espacios públicos.
Días después, este sujeto llamado Abraham Presilla, publicó un video en su canal de youtube donde pide donativos para comprarse otra moto, ya que la anterior fue dañada en el altercado. Por medio de la plataforma de GoFundMe, lanzó una campaña con un objetivo de 100 mil dólares, lo que equivale a más de 1.6 millones de pesos. Esta campaña ha recaudado hasta el momento 6,898 dólares, lo equivalente a aproximadamente 115 mil 309 pesos mexicanos, y varias personas han respondido a esta solicitud, incluyendo una influencer (cuyo nombre ni vale la pena compartir) quien dice que se hará cargo de los daños. Esto es un grave ejemplo de la razón por las que marchar es necesario. En este país la gente prefiere pagar los daños a una persona que agrede que donar a las causas que lo necesitan realmente.
Además, en los últimos días han surgido videos de este agresor dando fuertes declaraciones donde abiertamente reconoce ejercer violencia contra las mujeres:
“Estoy viendo gente que me está acusando desde el 2016 con supuestamente de abuso sexual y yo la verdad sí estoy dispuesto a divulgar todo para que la gente sepa que las mujeres se lo han buscado desde los principios de apartación de una línea donde el hombre no se ha hecho cargo de sí mismo… Y voy a tener que aceptar que sí golpeé a la mujer, que sí soy una persona que lo ha hecho desde pequeño y la gente va a estar bien con eso porque no estoy mintiendo”
Al final, cerró con tremenda declaración que decía:
“Es básicamente dirigido a todos los hombres que tienen problemas de participación en algunas partes de la sociedad en que hemos sido víctimas de la separación social. Yo les voy a pedir a todos los hombres que se comuniquen con todos los hombres y simplemente para los hombres, con los hombres, del apoyo del hombre nada más, todos los hombres que no se expresen ante las mujeres con violencia, que no les peguen”
¿Qué clase de hipocresía misógina es esto? Este personaje habla de los hombres como víctimas de separación social, ignorando y minimizando la realidad de la desigualdad de género arraigada en la sociedad. Históricamente, los hombres han ocupado posiciones de poder y privilegio en la mayoría de las estructuras sociales, mientras que las mujeres han enfrentado discriminación y marginación sistemáticas, sin mencionar la creciente ola de violencia de género. La idea de que los hombres son víctimas de separación social desestima las luchas y desafíos enfrentados por las mujeres debido a normas de género injustas y opresivas.
Vivimos en una sociedad donde un hombre admite abiertamente agreder a mujeres, y plataformas con mucho poder como GoFundMe apoyan a estos sujetos. Exigimos que GoFundMe retire de su plataforma la campaña de Presilla. No podemos permitir que una plataforma destinada a causas legítimas y nobles sea utilizada para financiar las acciones de un agresor. La violencia contra las mujeres no debe ser tolerada ni financiada de ninguna manera, y es responsabilidad de todos nosotros tomar una posición firme contra ella.
Debemos de exigir que GoFundMe actúe con ética y sensibilidad, y a no permitir que se perpetúe la impunidad y la injusticia. La violencia de género es un problema grave que requiere una respuesta colectiva y contundente, y retirar la campaña de Presilla sería un paso importante en la dirección correcta.
Es esencial se reconozca la responsabilidad de las personas fuera del movimiento en la creación de un espacio seguro y respetuoso para las mujeres en todos los ámbitos de la vida, incluido el activismo feminista. En una sociedad donde las mujeres se expresan con agresión ante la violencia sistemática que está en escala en nuestro país, se defiende y apoya a sujetos agresores que admiten públicamente ser quienes por los cuales nosotras tenemos que salir a marchar.
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