Cuando hablamos de hegemonía patriarcal, nos referimos a una situación en la sociedad donde los hombres tienen poder y control, mientras que las mujeres continúan siendo consideradas como menos importantes o subordinadas. Esto significa que las mujeres están en una posición de desventaja y son vistas como menos relevantes en comparación con los hombres. El patriarcado es una estructura social donde los hombres tienen el control y esto se ve en todos los aspectos de la vida, tanto en lo público como en lo privado, de forma individual como colectiva, es decir, la mujer siempre está en desventaja y, por lo tanto, no es tomada en cuenta, ni en serio por quien se supone que tiene el poder: los hombres.

El pasado 10 de marzo, en la más reciente entrega de los Premios Óscar, el fenómeno conocido por todos como “Barbenheimer”, terminó la disputa con números muy desiguales. Ambas películas, con grandes presupuestos y grandes resultados en las taquillas, compartieron algunas nominaciones importantes, entre ellas mejor película, sin embargo, Barbie sólo se llevó una estatuilla por mejor canción original a “What was i made for?” de Billie Eilish, mientras que Oppenheimer ganó 7 premios de las 13 nominaciones que tenía, entre ellos el de mejor actor y mejor director para Cristopher Nolan.

Lo que ahora nos llama mucho la atención es cómo Barbie, a pesar de que al momento de su estreno batió récords de recaudación y superó en ventas más de mil millones de dólares en sólo tres semanas y nos hizo sentir y empatizar, sobre todo a las mujeres, sobre la historia y el punto central de ésta, no se llevó más premios y esto causó revuelo y controversia.

En general, si se trataba de una película feminista o no, el que sólo haya ganado un Óscar por una de sus canciones, que si bien, es una canción muy linda que a mi en lo personal me conmovió, muchos estamos de acuerdo que no fue suficiente y que fue hasta vergonzoso que una cantante que ni siquiera aparecía en el film haya ganado solo una nominación de las siete. 

Oppenheimer, en comparación con Barbie, está centrada en un enfoque masculino, relata un poco de la vida de Robert Oppenheimer, físico estadounidense, y su aportación al mundo con el desarrollo de armas nucleares. Una historia, por lo tanto, masculina y hegemónica.

Para algunos, el gran triunfo de Oppenheimer se debe a las grandes actuaciones, el hecho de que se relata una historia “seria y pensada para el público adulto”, una historia real, “montaje de primer nivel, lo que incluye la actuación, dirección, edición, diseño de producción y mucho más”. En cambio, Barbie fue calificada como que tiene buen humor, estética y una gran construcción de un mundo irreal, porque al final de cuentas, ¿qué tan probable era que, a partir de un juguete, se pueda hablar de feminismo en escala mundial?

Y aquí es donde entra el gran conflicto donde nuevamente se puede visibilizar que vivimos en un mundo bajo el poder del patriarcado. No pongo en duda el gran trabajo que Oppenheimer debió ser, ni lo bien que la película se logró, pero si, los criterios con los que fueron tomadas las decisiones, que para variar, la directora Greta Gerwig, ni siquiera formó parte de la terna nominada al premio correspondiente.

Cada quien, a partir de su criterio y vivencias, podrá o no, considerar a Barbie como una película feminista, pero lo que es innegable, es que la historia refleja el diario vivir de las mujeres, lo cruel, difícil y desgarrador que esto puede llegar a ser y que nos pasa a diario.

Una vez más, las historias de mujeres, para mujeres, hechas por mujeres que retratan la vida de una mujer en su diario vivir, son tomadas como humor, como una historia en la que se representa un mundo ficticio de una manera muy bonita, con una canción bonita y nada más.

Probablemente, se trate de que no gustó lo suficiente el discurso feminista que maneja, que se comercializara con éste, una muñeca que por mucho tiempo representó la idea de cómo debería ser una mujer perfecta, de repente y como por arte de magia se convierta en todo lo contrario, que America Ferrera con un profundo discurso, conmovedor y muy acertado a mi parecer, haya dado a la historia aún más fuerza de la que ya tenía para la mitad de la cinta, y muy probablemente, el éxito que obtuvo todo el conjunto que antes mencioné.

Un gran y poderoso guión que no nos dice a las mujeres cómo ser mujeres, más bien empatiza en muchas cosas que vivimos sobre todo en la edad en la que nos damos cuenta que estamos creciendo, que no somos más unas niñas, y que hay que enfrentarse al, muchas veces, doloroso mundo de la adultez, con todos los retos y dificultades que esto implica, acoso, exigencias por parte de la sociedad y de una misma, tener que sentir que encajamos en un molde para ser vistas y valoradas, cargas que terminan por rompernos si no sabemos cómo liberarlas.

En esta ocasión, una historia que a muchas mujeres, incluyéndome, nos hizo sentir, gozar, y hasta cuestionarnos varias cosas y pensamientos que formaban parte de nuestro día a día, hoy pasa a la historia como una narración de mujeres con el suficiente humor para ser considerada en las nominaciones de los premios más importantes que tiene el cine estadounidense, pero no la suficiente fuerza, como para ser galardonada como se había predicho desde su estreno, a pesar de ser también una historia real y pensada para las mujeres adultas.

Al final de cuentas, una historia de guerra, armas nucleares, estruendo, conflicto y turbulencia tanto física como mental, hoy en día sigue causando más ruido y resulta más importante de reconocer, que una historia, que con sus tintes y medios, ha podido retratar lo real que es ser mujer, lo bonito, sororo, mágico y las muchas complicaciones que este género cargamos, por el simple hecho de existir, y de resistir como hasta ahora lo hemos hecho.

 

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