La gordofobia hace referencia a cuando las personas gordas son odiadas, rechazadas y a veces agredidas solo por ser gordas. Es una forma de discriminación basada en ideas preconcebidas sobre los hábitos, costumbres y salud de las personas gordas. Estas ideas sugieren que el cuerpo gordo es resultado de falta de voluntad o de no cuidarse lo suficiente para ser delgado, lo que supuestamente justifica el maltrato o el rechazo. Esta manera de pensar no considera los diferentes factores que pueden influir en el peso de una persona, como la situación económica, cultural, genética, educativa y social, así como también las enfermedades y tratamientos médicos que pueden afectar el peso. Además, ignoran que la gordofobia en sí misma puede ser perjudicial para la salud.

Las personas gordas, como con todo tipo de discriminación, sufren las consecuencias en todos los ámbitos de la vida, como no caber en espacios muy reducidos como una silla o un asiento de avión, no poder encontrar ropa de la talla que necesitan, no tener acceso al deporte o recreación, no tener acceso a un trabajo, discriminación verbal y/o física por el simple hecho de existir. Todo esto, aunada a la gordofobia interiorizada, es decir, la que nosotros mismos ejercemos sobre nuestro cuerpo y mente, repercute de manera negativa desde la baja autoestima, el no sentirse suficiente como persona pero también en condiciones o enfermedades como la dismorfia corporal, estrés, ansiedad, depresión o algún trastorno de la conducta alimentaria.

Ahora bien, es importante mencionar que las personas delgadas, sobre todo mujeres, también sufren de discriminación y presión social para que sus cuerpos quepan en la figura hegemónica que el patriarcado impuso, pero es igual de importante mencionar que esto no es gordofobia, si no, violencia estética.

Esther Pineda, escritora y feminista venezolana, en su artículo “La violencia estética: una nueva forma de violencia contra la mujer” (2012) menciona lo siguiente: “Esta violencia es de orden psicológico pero tendrá efecto en el aspecto físico de las mujeres, es decir, impacta su subjetividad pero también sus cuerpos, en una sociedad que establece la belleza como elemento constitutivo de la identidad y valoración femenina. La violencia estética se inicia con el proceso de definición de manera arbitraria de modelos y patrones de belleza, promocionados por los medios de comunicación y difusión masiva, la industria de la moda, de la música y el mercado cosmético, de unos cuerpos “perfectos”, los cuales no son más que cuerpos ficticios, irreales, concebidos como ideal, como “deber ser”, como patrón a seguir, y donde las particularidades físicas de las mujeres son denominadas “imperfecciones” a ser intervenidas y suprimidas, o en el menor de los casos, corregidas”.

Sabiendo esto, podemos decir que cuando existe la gordofobia también existe la violencia estética, pero no son lo mismo ni afectan de igual manera, pues la gordofobia es únicamente contra las personas gordas y permea todos los ámbitos de sus vidas.

Uno de los principales aspectos afectados por la gordofobia es el peso, ya que la sociedad tiene un estándar estético que favorece la delgadez. Este estándar es gordofóbico porque considera que ser delgado es indispensable para ser considerado bello, especialmente para las mujeres según la visión machista. Sin embargo, Naomi Wolf, en su libro “El mito de la belleza” (1991), explica que la obsesión por la delgadez en las mujeres no tiene mucho que ver con la belleza en sí, si no más bien con la expectativa de obediencia, debilidad física y fragilidad mental que el patriarcado impone sobre ellas:

“Una cultura obsesionada con la delgadez femenina no está obsesionada con la belleza de las mujeres, está obsesionada con la obediencia de estas. La dieta es el sedante político más potente en la historia de las mujeres: una población tranquilamente loca es una población dócil”

La delgadez es la meta más importante que siguen teniendo muchas mujeres hoy en día, y nunca importa mucho qué se debe hacer para lograrla, solo lograrla, lo que lleva a conductas negativas como hacer dietas restrictivas, tomar medicamentos para bajar de peso, comportamiento obsesivos como pesarse con mucha frecuencia, compararse con demás mujeres (muchas veces con cuerpos y estándares inalcanzables) y se convierten rehenes de su propia cárcel, su cuerpo.

La gordofobia es una discriminación estructural y sistemática, es decir, que se encuentra en todas partes a donde vayamos, está normalizada y no es cuestionada ni un poco. La podemos encontrar en nosotros mismos, es decir, gordofobia interna como mencionamos unos párrafos atrás, nosotras mismas, tomando como base las exigencias de la sociedad y del sistema machista y patriarcal, creamos una imagen de cómo creemos que deberíamos de vernos, en la casa, en el núcleo familiar, con amigos, en instituciones como la escuela, la consulta médica, hospitales, en la calle, y a donde quiera que volteemos. Es por eso la importancia de visibilizarla, para así poder tomar conciencia, aprender a identificarla y dejar de reproducirla.

Usar la palabra gorda para denostar, es un acto gordofóbico. Uno de los primeros insultos que recuerdo haber recibido como mujer gorda, fue tal cual la palabra “gorda”. Lamentablemente esta palabra en la sociedad tiene una connotación negativa, para invalidar y hacer sentir mal a alguien, y esto es tan absurdo como si decir “chaparra” o “china” también fueran insultos. Gordo, gorda, gorde, la gordura debería ser considerada una cualidad física más, como cualquier otra (la altura, el color de pelo, el color de ojos…)

La gordofobia no distingue edad, sexo, género, religión, nada. Es muy común que una persona que desde la primera infancia ha sido gorda, ha sido víctima de la gordofobia desde ese momento, no sólo por parte de sus familiares, si no también en la escuela. Los niños no son crueles por naturaleza, como muchas personas afirman, ellos más bien aprenden todo lo que a su alrededor se dice, practica, habla, y lo llevan a todas las esferas de su vida, y si, también pasa con la gordofobia. Enseñar a las infancias a que todos los cuerpos son válidos y que además existe una gran diversidad de tamaños, colores y aspectos de los mismos, es imprescindible en la lucha contra la gordofobia, pues no luchamos contra las personas, sino contra el sistema que nos hace creer que ser o estar gordo es lo peor que te puede pasar.

En el ámbito médico, la gordofobia merma a la práctica misma, encasilla a las personas gordas como enfermas y muchas veces se omiten o se dan diagnósticos erróneos por no poner atención a signos y síntomas, porque el foco es la gordura. Estas situaciones ponen en peligro la salud de las personas gordas y también crean un precedente en el que muchas de ellas evitan buscar atención médica cuando se sienten mal. Esto ocurre porque creen que no serán tratadas adecuadamente, lo que resulta en retrasos en los diagnósticos y tratamientos necesarios. Todo esto significa que se está violando el derecho básico de recibir atención médica de calidad.

Y entonces, ¿qué podemos hacer en contra de la gordofobia?

A pesar de que quienes discriminan a las personas gordas suelen decir que lo hacen por su salud, la verdad es que la gordofobia es un problema grave de salud. Es contradictorio que al intentar “incentivar” a las personas gordas a cambiar, en realidad las descuidan y perjudican en lugar de ayudarlas. Entonces te voy a compartir algunas acciones que puedes aplicar en tu día a día para que puedas ser parte de esta lucha como gordo, gorda, gorde o como aliada.

  1. Dejar de fomentar la cultura de la dieta
  2. Dejar de utilizar la palabra gordx como insulto
  3. Hablar de salud integral: la salud es más que el peso corporal, los seres humanos somos entes bio-psico-sociales, hablar de salud incluye todos estos aspectos, no sólo nuestra apariencia física.
  4. Señalar las burlas y chistes gordofóbicos: comienza poniendo más atención a tus discursos, ve si en tu lenguaje utilizas la palabra gordx para referirte a algo negativo, de esta manera también podrás identificar si alguien más lo está haciendo, directa o indirectamente a una persona gordx, para que así puedas hacérselo ver y frenar la violencia.
  5. Visibilizar la diversidad corporal
  6. Dejar de comentar sobre los cuerpos ajenos
  7. Dejar atrás la idea de que sabemos la vida y hábitos de una persona solo con verla.
  8. Trabajar por la inclusión social y en los demás ámbitos, por y para las personas gordas
  9. Escuchar a las personas gordas: escucha activamente y sin juzgar ni invalidar las vivencias, sentimientos y pensamientos de alguien gordo, gorda o gorde.
  10. Ama a las personas gordas, nosotros también merecemos amor, sin importar la talla que usemos o cuánto mide nuestra circunferencia abdominal. Si eres una persona gorda, créeme, eres merecedora de amor. 

 

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